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Este es el pueblo indígena al que solo se llega por ríos en Valle que está confinado y cercado por grupos armados

Zona del Bajo San Juan, entre Buenaventura, Valle, y Chocó. Foto:Unidad de Restitución del Valle del Cauca y Eje Cafetero

Este es el pueblo indígena al que solo se llega por ríos en Valle que está confinado y cercado por grupos armados
La muerte y las amenazas no dejan de rondar por las casas palafíticas hechas en rústicas tablas de los resguardos wounaan nonam que se levantan sobre las orillas del río San Juan, junto a la espesa selva que une al Valle con Chocó. 
Van más de 10 años desde los grupos armados, sean bandas criminales, el 'clan del Golfo' o antiguos narcoparamilitares llamados 'Urabeños' o 'clan Úsuga', la guerrilla del Eln y ahora, la 'Segunda Marquetalia' y otros disidentes de las Farc, tienen rodeadas a las comunidades de esta zona, en especial, la del resguardo de Chachajo, a la que no se llega por carretera porque no hay. 
Área del Resguardo Indígena de Guayacán Santa Rosa del pueblo indígena Wounaan Nonam, en Buenaventura

Zona del Bajo San Juan, entre Buenaventura, Valle, y Chocó. Foto:Unidad de Restitución del Valle del Cauca y Eje Cafetero

Para arribar a Chachajo, un caserío de tablas de madera, se debe recorrer primero el río Calima durante más de una hora, partiendo desde el corregimiento del Bajo Calima, de Buenaventura y luego, navegar las aguas del ancho río San Juan.
Allí, la situación se tornó más grave en este 2025 porque los grupos armados rondan en lanchas a esta comunidad que vive confinada y que necesita salir hacia Buenaventura o hacia otros caseríos para abastecerse de alimentos y combustible, pues solo se movilizan en canoas. 

Llamado de alerta de la Personería de Buenaventura

El personero de Buenaventura, Carlos Yeferson Potes, lanzó la voz de alerta por comuneros que han llegado a la ciudad puerto para denunciar la crítica situación de confinamiento de esta población indígena, en la zona baja del río San Juan, a raíz del recrudecimiento de los enfrentamientos entre disidentes de las Farc del frente 'Jaime Martínez' y el Eln.
Según el funcionario del Ministerio Público, son 126 familias en el resguardo de Chachajo, donde hay miedo al reclutamiento de niños, adolescentes y jóvenes, sobre todo, con edades entre 16 y 18 años. El personero también señaló que 300 familias del Bajo Calima han estado en similares circunstancias, durante el último mes. Las clases en un colegio sobre el río San Juan tuvieron que suspenderse.
Buenaventura

Buenaventura. Foto:Natalia Cárdena Chaux

Algunos de los mayores wounaan en el resguardo indígena de Chachajo hablan de  designios de los mismos espíritus, como el del demonio Dosat. Pero muchos le temen menos a esta figura de su tradición oral que a los hombres armados que han acosado a diferentes comunidades a la orilla del San Juan, cuna de esta cultura indígena donde nativos habitan esparcidos entre ambos departamentos a lado y lado del río –unos 3.000 en la jurisdicción del Valle del Cauca–. Esta es la cultura donde sus mujeres conservan la lengua nativa y visten con la paruma, una tela de color que se envuelve en sus cinturas, a manera de falda.  

El demonio armado en sus tierras

Cansados de los asesinatos y de las amenazas, se han presentado desplazamientos de wounaan en el pasado, pero no quieren revivir ese pasado de otros éxodos, buscando refugios en el casco urbano de Buenaventura, así esté el 'demonio' armado en sus tierras. 
Cerca de allí está el territorio de Santa Rosa de Guayacán, en la zona rural de este municipio vallecaucano, declarado resguardo humanitario y biodiverso.
La condición para ingresar al resguardo es ser un ciudadano que promueva la convivencia y la paz. Instalaron vallas y carteles con los que visibilizaron su territorio y prohibieron el ingreso de cualquier actor armado. 
Buenaventura.

Buenaventura. Foto:Archivo EL TIEMPO

Sin embargo, la zona humanitaria, similar a la que existe en la cabecera municipal de Buenaventura contra las bandas criminales, que fue instaurada para dejar atrás los desplazamientos masivos y el miedo, vuelve a vivir bajo el temor de las agresiones.
Chachajo y Santa Rosa de Guayacán son regiones apartadas de sus orígenes ancestrales, de esas tierras con una diversidad de mundos míticos anclados en el Pacífico: el mundo del Dios padre o Maach Aai Pomaan Jêb; el de Ewandam Jêb, hecho hijo y quien creó al hombre que también tiene su mundo, y el de los Ãharmiã jeb, que viven bajo el suelo húmedo del litoral.
La Comisión Intereclesial de Justicia y Paz y la ONG estadounidense Brigada Internacional de Paz (PBI), que apoyaron el proyecto de conformación de la comunidad de paz, también han venido denunciando que en estos años, los grupos armados hacen amenazas.
Como la mayoría de los resguardos wounaan, Santa Rosa de Guayacán y Chachajo están sobre el San Juan, donde su población vive de sembrar plátanos, bananos, maíz y papa china, y de elaborar el viche, el licor destilado de la caña de azúcar. 
Los wounaan son uno de los 34 pueblos indígenas que hay en el país en riesgo de desaparecer, según la Corte Constitucional. En el Valle, de acuerdo con la Gobernación del departamento, hay menos de 3.000 que están concentrados en gran parte en el litoral.
El jaibaná de Chachajo, que tiene el poder de comunicarse con los espíritus, no se desprende de su bastón para ahuyentar maleficios que provocan enfermedades. 
Su comunidad lo reconoce como un hombre aguerrido cuando se enfrenta al Dosat, pero prefiere ser cauto cuando se trata de esos desconocidos que suelen pasar por el río frente a las casas desde donde los wounaan miran temerosos. 
CAROLINA BOHÓRQUEZ 
Corresponsal de EL TIEMPO
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